Gracias, amo Luc, por tus sabias palabras en el post Llega agosto. Es bueno ver las opiniones de otros en lo que se refiere a las vacaciones y, especialmente, para vacaciones con adolescentes.
Las vacaciones… ese momento tan esperado del año. Esa promesa de descanso, de calma, de desayunar sin prisas y de mirar el horizonte sin que nadie te diga “mamááá” cada cinco minutos.
Sí. Las vacaciones iban a ser eso. Pero no contábamos con el hechizo adolescente. Ese encantamiento oscuro que transforma a tu hijo cariñoso y hablador en un ser misterioso, de habla mínima, palabras que sólo sirven para cagarla, y móvil en mano, con la habilidad de dormir hasta las 13:47 sin remordimientos.
Crónicas de una hechicera rubia en vacaciones con adolescentes
Claramente, quien dijo eso no viajó con un adolescente, ni con más de uno.
Aquí estoy yo, la hechicera rubia, con mi varita de paciencia, mi escudo anti-malos-humos y mi pócima de “no te tomes nada personal, es hormonal”.
Día 1:
La profecía se cumple. El adolescente ha dicho sus primeras palabras:
—¿Aquí no hay aire acondicionado?
—¿Y el wifi?
—¿Y mis amigos?
Ni “hola”, ni “qué bien hemos llegado”. Solo la búsqueda desesperada de la contraseña, como si su vida dependiera de ello (spoiler: según él: sí).
Día 2:
He intentado invocar su entusiasmo para ir a ver un castillo medieval.
Respuesta: una mirada de 5 segundos, un suspiro y un “bufff, qué pereza”.
Es entonces cuando intentamos hacer una excursión. Paisajes preciosos. Naturaleza. Él, con auriculares, camiseta negra con 38 grados y cara de “me están torturando”. Y es cuando tú, con cara dulce, le dices: «Mira qué vistas tan hermosas”. Y te responde con cara de perro… “Me pican los mosquitos”.
¿La moraleja? El único paisaje que aprecia es el de su Instagram.
Día 3:
He descubierto que su actividad favorita es tumbarse boca abajo con los cascos puestos y no hablar durante 6 horas.
A veces se giran para decir “tengo hambre”, como si fueras tú la posadera del reino.
Día 4:
Intento una actividad familiar: paseo en bici.
Resultado:
—Eso es cardio, mamá.
—¿Cuánto dura?
—Inserte un portazo mental.
Día 5:
Comemos en un restaurante local. Intento que pruebe la comida típica.
—¿Esto qué es?
—Gambas al ajillo.
—Puaj. ¿No hay nuggets?
Día 6:
He considerado la magia oscura, pero me han dicho que es ilegal.
Día 7:
Tu hijo te mira por primera vez en horas y dice:
—¿Sabes? A veces molas.
Y ahí está. Ese pequeño gesto, esa frase sencilla que lo cambia todo. Te dan ganas de llorar, abrazarlo y decir: “¡Todavía estás ahí dentro!”.
Porque sí. Detrás de esa capucha, ese móvil y ese “buf”, sigue estando tu hijo. Solo que está en una fase extraña donde ni él se entiende. Y tú, con tu capa de madre/padre/guerrero/mística, sigues ahí, resistiendo, con paciencia y con humor. Con la esperanza de que, aunque ahora no lo diga, recordará estas vacaciones.
Tal vez no por el paisaje… pero sí porque, aunque no lo pareciera, estábamos juntos. Y eso, aunque no lo publiquen en TikTok, sí que cuenta.
Nota para otros padres que están de vacaciones con adolescentes:
No se lo toméis en cuenta a vuestros hijos. No es personal. NO odian las vacaciones. Solo preferirían estar con su manada de criaturas adolescentes, comunicándose por memes y whatsapps.
A veces, entre suspiros y quejas, se ríen contigo. Y ese momentito vale oro alquímico.
Como hechicera y como rubia que ha sobrevivido a vacaciones con adolescentes, os digo:
No estáis solos. No sois los únicos a los que les han hecho un tour completo por todos los “buf”, los “qué rollo” y los silencios largos mientras miran una pantalla como si dentro viviera la verdad universal.
Todos hemos pasado por ese hechizo llamado adolescencia. Lo vivimos nosotros, lo viven ellos. Y como todo buen conjuro… también esto se pasa.
Así que padres, madres, valientes del reino cotidiano:
- Seguid con vuestra magia.
- Con esa paciencia que nadie aplaude, con esos abrazos que parecen rechazados, pero que siempre, siempre, dejan huella.
- Y si alguna noche, tumbados en la cama, os preguntáis: “¿Lo estaré haciendo bien?”. Recordad esto: Sí. Lo estáis haciendo con amor. Y eso ya es magia.
Con polvo de estrellas y wifi compartido, os saluda con cariño y risa…
La Hechicera Rubia,
Que, por cierto, ya tiene reservadas las vacaciones del año que viene… sola, sin adolescentes, en un spa con sus amigas las hadas.
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Querida hechicera Rubia,
Como me he reído con tu publicación!!
Que delicia de texto! Divertido, real y profundamente tierno. Yo también he pasado una semana (o más) con mis hijos y te aseguro que eso si que es el hechizo del adolescente! Aunque entre nosotras, lo repetiría siempre que pudiera.
Mi super hechicera, me invitas a reírme de lo difícil, validas mi frustración y, sobre todo, transmites amor.
Me encanta!! 😍
Leer tus palabras es como encontrar una varita nueva justo cuando creía que ya lo había lanzado todo: encantamiento de ternura, poción de risa y hechizo de abrazo invisible.