Vivimos en una sociedad donde encontrar amigos de verdad es difícil, una sociedad en la que solo te valoran por lo que reciben a cambio. La amistad verdadera se puede contar con los dedos de la mano. Por eso, cuando tenemos amigos de verdad, hay que cuidarlos mucho, y regarlos con sinceridad y tiempo de calidad. Muchos me habéis pedido que hable sobre este tema. Así que como buena hechicera, me he puesto a rebuscar en mi baúl de los desastres y aquí os traigo mi siguiente entrada, ¿qué es la verdadera amistad?
Según un antiguo escrito de la hechicera Rubia, os diré que la verdadera amistad no se mide por likes, ni por quién responde primero en WhatsApp. Se mide por quién te aguanta cuando estás insoportable, te dice «cielo, eso no te queda bien» con dulzura aunque se la esté jugando… y aún así te hace fotos como si fueras la mismísima Krystyna Pyszková, Miss mundo 2024.
Una amiga de verdad no necesita filtros mágicos. Te lanza hechizos de autoestima cuando estás en la profundidad de Mordok, recoge tus pedazos sin preguntar y te ayuda a componerte de nuevo… ¡Atención! Sin preguntar qué ha pasado, y te recuerda que tú vales más que ese «tonto o tonta con aura distorsionada» que no te escribe.
La amistad real es esa que te lanza memes como si fueran pociones curativas, que se ríe contigo hasta que os duele la barriga y que, si hace falta, te ayuda a enterrar tus dramas (o lo que surja).
En mi baúl, he encontrado un hechizo, el número 72:
«No confundas el brillo de la noche con la luz que te cuida de verdad»
Verás, una amiga no es la que solo baila contigo en la sala de una discoteca, o la que solo te llama si se lo pasa bien contigo porque no aguanta estar un sábado sola en casa… Una amiga es la que te sujeta los tacones cuando ya no puedes más, la que te quita el móvil antes de que le escribas al ex, y la que te acompaña al baño no solo para cotillear, sino para asegurarse de que vuelves entera.
Un amigo no es el que solo te invita a copas, es el que te invita a su casa un domingo de resaca emocional y te escucha sin filtros ni maquillajes.
Porque compañeros de fiesta hay muchísimos: te ríen las gracias, te graban los stories, te quieren para cotillear cosas sobre ti, y desaparecen cuando se apagan las luces y se cierra el telón.
Que no te confundan: el glitter se va con agua micelar. La amistad real, no.
Cómo distinguir a un amigo verdadero de un compañero de fiesta
La verdadera amistad está en las buenas… pero también en las caídas.
El que solo viene cuando todo va bien es compañía, no amistad.
El amigo de verdad aparece cuando no tienes ganas de fiesta, sino de llorar en pijama. Es aquella persona con la que no tienes que hablar sin parar para ocupar espacio. Es aquella persona con la que no necesitas ser otra persona y te acepta tal como eres.
La verdadera amistad te escucha con el corazón, no con prisa.
Un amigo verdadero no cambia de tema cuando te abres, o se pone a mirar el móvil, o te deja con la palabra en la boca. Se queda, pregunta, y no te suelta hasta verte mejor.
La verdadera amistad celebra tus éxitos sin competir.
El que se alegra genuinamente por ti, aunque no esté en su mejor momento… ese vale oro. Y os lo digo yo, que me muevo en un entorno laboral donde la competitividad prima en todo momento. Y cuando ves que en ese entorno conoces amigos de verdad es un plus maravilloso.
La verdadera amistad te dice la verdad, pero con amor.
No te clava un “te lo digo por tu bien” para hacer daño, sino que te lo dice con tacto porque quiere verte crecer.
Con las que dicen… «Yo te lo digo porque no soy falsa…» Cuidado. Alerta Roja.
La verdadera amistad no se disfraza de sinceridad para atacar. No usa la verdad como espada, sino como abrigo del que calienta. Porque ser honesta no es sinónimo de ser hiriente. La verdadera amistad es magia blanca: no destruye, transforma.
Una amistad de verdad no te «equipara» con nadie, no compite contigo, no usa tu vulnerabilidad para sentirse más fuerte. Te mira con los ojos limpios, y si tiene algo que decirte, no lo hará con superioridad sino con amor. Hay que saber decir las cosas a la cara, pero con respeto y con cariño… porque si todo el mundo dijera lo que piensa en un momento de enfado, nos quedaríamos más solos que Han Solo.
Las críticas que las verdaderas amistades construyen no suenan a reproche, suenan a cuidado. Y si alguna vez te señalan algo, es porque quieren que florezcas, no porque estorbes.
Las palabras tienen poder, pero la intención es el hechizo real.
Así que desconfía de quien habla con tono de verdad absoluta pero el corazón cerrado. Y abraza a quienes, aún corrigiendo, te hacen sentir más fuerte.
Una verdadera amistad… quiere compartir el tiempo contigo, porque le nace, no porque le toca.
No pone excusas, ni desaparece como humo de varita. Está, incluso en los silencios. Incluso cuando no está de acuerdo contigo, te escucha. No se enfada por tonterías, porque sabe que las diferencias no rompen la conexión, la fortalecen. Te acompaña sin pedir nada a cambio, y además… agradece. Sí, agradece de corazón lo que has hecho por ella.
Y eso, queridos mortales, eso… No lo da cualquiera.
Las cuatro preguntas
Y para terminar, aquí vienen las cuatro preguntas definitivas, con estilo afilado y sin pelos en la lengua de la Hechicera Rubia… lista para sacudir conciencias:
¿Tu amiga/o es real o solo brilla cuando hay plan?
Hazte estas cuatro preguntas:
- ¿Solo aparece cuando hay fiesta, salseo o algo que le conviene?
Porque si solo sabe de ti cuando hay planazo, por tu chalé con piscina… no es amistad, es conveniencia disfrazada.
- ¿Te escucha de verdad o te cambia de tema para hablar de ella?
La hechicera Rubia lo dice claro: quien no te escucha, no te cuida.
- ¿Te aplaude de corazón o te aplaude por quedar bien?
Si no sabes si está feliz por ti o compitiendo en silencio… red flag (¡Ojo! Esto podría no estar bien)
- ¿Estaría contigo si no tuvieras nada que ofrecerle?
Sin risas, sin stories, sin favores. Solo tú, en versión cruda.
Ahí se ve quién se queda y quien solo pasaba por tu vida de visita. Y esto sirve no solo para la amistad, sino para la misma familia.
Moraleja de la hechicera Rubia:
“Una amiga de verdad no te alumbra solo cuando tú brillas. Te enciende cuando te apagas”
Ahora disponible también en iVoox:
Una muy buena moraleja para una cosa tan importante en la vida, ¿Que sería de la vida sin unos amigos o amigas? Al final, todos los hechizos que creas. Acaban siendo los mejores.
Espero tú siguiente relato Hechicera Rubia.
Tienes toda la razón, alma luminosa y valiente. La vida sin amigos sería como un cielo sin estrellas, un bosque sin susurros, un viaje sin destino. Los hechizos más poderosos que tejemos no son de fuego ni de viento, sino de cariño, lealtad y risa compartida. ¡Esos son los encantamientos que sostienen el alma y hacen que cada aventura valga la pena!
Querida hechicera Rubia:
Que bonito tema el de la amistad, en mi opinión, la verdadera amistad existe cuando una conexión profunda y sincera entre personas, está basada en la confianza, el respeto, la lealtad y el apoyo mutuo, una calidad en el vínculo, una persona que está contigo en los buenos y malos momentos, que te acepta tal como eres, te dice la verdad aunque duela, y celebra tus logros como si fueran propios. Tiene que ser mutuo y recíproco para que funcione.
Seguro que tienes en mente a alguien cuando piensas en verdadera amistad, y te aseguro que es fantástico!!
Espero una nueva opinión pronto!! 😘
¡Cuanta razón tienes! La verdadera amistad es como el mejor de los hechizos: invisible a los ojos, pero capaz de cambiar el mundo entero.
Hoy en día encontrar amigos de verdad es complicado. Vivimos en una sociedad donde muchas veces solo te valoran por lo que das, no por quién eres. Por eso, cuando aparece alguien que está contigo en lo bueno y, sobre todo, en lo malo, hay que cuidarlo como un tesoro.
Un amigo de verdad no solo está para salir de fiesta. También está cuando solo quieres llorar en pijama, cuando no te apetece hablar y aún así te acompaña. No te juzga, no te exige que seas alguien distinto, simplemente te acepta.
Y eso, sinceramente, es oro puro. Porque la verdadera amistad no se mide en risas de viernes por la noche, sino en silencios compartidos que no incomodan.
Yo he cruzado mares y desiertos acompañada de risas estruendosas… pero te confieso que los momentos que más guardo son esos en los que el corazón se sintió en casa, sin necesidad de palabras.
Gracias por recordarnos lo esencial.
La hechicera Rubia
La verdadera amistad no necesita adornos ni grandes gestos. Es esa presencia silenciosa que acompaña en los momentos de alegría y, sobre todo, en los de dificultad. Un verdadero amigo no siempre está cerca físicamente, pero su apoyo es constante, su palabra sincera, y su lealtad firme.
La amistad genuina se construye con el tiempo, con confianza y con actos pequeños que hablan más que mil palabras. No exige perfección, sino comprensión. No busca beneficio, sino compañía. Un amigo de verdad no juzga, escucha. No se aleja ante el error, sino que tiende la mano para ayudar a levantarse.
A veces la vida separa caminos, cambia prioridades o pone a prueba los vínculos. Es entonces cuando la amistad auténtica se revela: permanece, resiste, madura. Porque más allá del contacto diario, del número de mensajes o llamadas, la verdadera amistad vive en el corazón y no necesita explicación.
Cultivar una amistad sincera es uno de los tesoros más grandes que podemos tener. No se trata de cuántos amigos tenemos, sino de cuántos estarían dispuestos a caminar con nosotros cuando todo se pone cuesta arriba. Y a esos, hay que cuidarlos, valorarlos y agradecerles, porque su existencia hace la vida más plena y verdadera.
«No se trata de cuántos amigos tenemos, sino de cuántos estarían dispuestos a caminar con nosotros cuando todo se pone cuesta arriba». Bonita reflexión, para ser un pitufo gruñón… Ves la vida con una luz de experiencia que haces reflexionar con cada uno de tus comentarios. Gracias por tus palabras, bellas desde el corazón.